jueves, 20 de octubre de 2016

¿Abajo el trabajo? Una breve consideración



La palabra trabajo está vinculada a la tortura, es cierto. Deriva del latín tripalium, una herramienta usada como instrumento de tortura. Por otro lado, la palabra escuela viene del latín schola, y éste del griego, ocio, tiempo libre, en definitiva, como señala Élisée Reclus, del recreo.

Ante esto preguntamos:

¿La escuela como la conocemos hoy tiene algo que ver con el ocio y el recreo?

Como vemos, la etimología es solo un antecedente de un término. Un antecedente importante pero no lo que determina su significado, el cual cambia con el transcurso de la historia consignada por las formas de organización existentes.

Por aquello, afirmó Bakunin, vale la pena ponerse de acuerdo sobre el uso adecuado de la palabra trabajo. Para el revolucionario de origen ruso existe, en términos generales, dos clases de trabajo. El trabajo productivo y el trabajo explotador:

“El primero es el esfuerzo del proletariado; el segundo es el de los propietarios. El que se embolsa el producto de tierras cultivadas por otro, se limita a explotar su trabajo. Y el que incrementa el valor de su capital con la industria y el comercio, explota el trabajo de otros. Los bancos que se enriquecen como resultado de miles de transacciones crediticias, los especuladores de la Bolsa, los tenedores de acciones que obtienen grandes dividendos sin levantar el dedo; Napoleón III, que se hizo tan rico que fue capaz de enriquecer a todos sus protegidos; el Kaiser Guillermo I que, orgulloso de sus victorias, se está preparando para confiscar miles de millones a la pobre y desgraciada Francia, y que ya se ha hecho rico y está enriqueciendo a sus soldados con el botín; todas esas personas son trabajadores, ¡pero qué tipos de trabajadores! ¡Salteadores de caminos! Los ladrones y los que se dedican al simple hurto son «trabajadores» en mucha mayor medida, porque a fin de enriquecerse a su manera, deben «trabajar» con sus manos. Es evidente para todos los que no estén ciegos en este tema que el trabajo productivo crea riqueza y entrega a los productores sólo miseria; mientras que el trabajo no productivo y explotador es el único capaz de otorgar propiedad. Y como la propiedad es moralidad, se deduce de ello que la moralidad, según la entienden los burgueses, consiste en explotar el trabajo de otro”.

Por nuestra parte, nos sumamos a la crítica no solo contra el trabajo asalariado, también contra el trabajo esclavo, forma de explotación que no ha sido abolida, pues aún pesa sobre millones y con mucha más fuerza y cantidad contra el cuerpo femenino en las labores de reproducción. Sin embargo, cuestionamos la crítica a toda forma de trabajo pues es un esencialismo falaz que directa o indirectamente contribuye a aplacar la conciencia como explotadas y oprimidas y, por tanto, nos aleja de la emancipación.


N&A

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